En
la Grecia Clásica los hombres más fornidos y corpulentos eran los elegidos para
desarrollar actividades deportivas. Eran héroes que se entrenaban día y noche
para adquirir fama en las competiciones. El ejemplo más claro es Esparta, ciudad
que obligaba a los niños a cumplir el servicio militar a los siete años.
Incluso si al nacer no consideraban al bebé apto para estas actividades, lo
dejaban a la intemperie para que muriera y no sobreviviera. Pero en la
actualidad, la situación es totalmente diferente. Por esa razón las personas
con discapacidades físicas o mentales (autismo, síndrome de Down…) pueden
practicarlo e incluso dan lecciones de esfuerzo y superación.
Está
demostrado que el deporte es beneficioso para el ser humano. Promueve la
secreción de endorfinas que nos hacen mejorar nuestro humor, reducir el nivel
de estrés y fatiga, bajar la ansiedad e incluso hacernos más inteligentes. Pero
cuando la persona que practica ejercicio tiene alguna discapacidad, la ayuda
que le reporta es todavía mayor. Por ejemplo, el deporte en autistas les ayuda
a mantener una vida más equilibrada, pero lo más importante es que favorece la
socialización con otras personas, algo fundamental en un individuo con Trastornos
del Espectro Autista (TEA).
En
la actualidad, existen asociaciones que se dedican a ayudar a estas personas
que padecen dicha enfermedad. Una de ellas es el Centro Especializado de
Rehabilitación de Personas con Autismo de Cataluña (CERAC), quienes atienden a
personas con TEA y a sus familias durante todo el ciclo vital, ya sean
infantes, jóvenes o adultos. El rango de edad va desde los 3 y los 60 años. La
psicóloga del centro, Marta Robles explica que el deporte es un recurso muy
beneficioso para las personas con TEA, ya que muchos, tienen trastornos
comórbidos como la ansiedad, depresión, dificultades motrices, etc., y la
actividad física contribuye a mitigar estos aspectos.
Pero en donde más se
puede ayudar a estas personas es en los deportes de grupo
“Se
generan una serie de sustancias muy importantes a nivel cerebral y muscular,
que repercuten positivamente a nivel somático, disminuyendo la ansiedad,
mejorando el bienestar y la autoestima, mejorando la disposición para el sueño,
etc…”, explica la psicóloga Robles. Pero donde más se puede ayudar a estas
personas es en los deportes de grupo. “En deportes grupales podemos mejorar
aspectos directamente relacionados con las dificultades que presentan las
personas con TEA: mejorar la sociabilidad y prolongar con juegos adecuados, así
como aumentar su repertorio de intereses”, añade.
Pero
a la hora de elegir el deporte adecuado para cada persona con TEA hay que
hacerlo con precaución. “A priori cabe realizar un estudio de la persona en
concreto”, señala Robles. Por ejemplo, si tiene problemas psicomotores igual es
preferible empezar a nivel individual. “Un caso podría ser si no le gustara el
agua. Para poder atenderlo individualmente habría que hacerlo poco a poco para
que tolere y disfrute en el agua”, explica la psicóloga. Las actividades
colectivas también son buenas por distintos motivos: por una parte, favorece
que la persona con TEA pueda superar sus dificultades sociocomunicativas; por
otra, se potencia la inclusión social, aspecto por el cual los profesionales
velan.
Pero
hay algo que es vital. Es necesario que al comenzar con estas actividades el
paciente vaya acompañado de un profesional, y a su vez, este profesional
explique y forme al profesor deportivo en relación al TEA y al individuo en sí
(debemos recordar que cada persona con TEA es distinta a otra, tal como las
personas que no lo tienen son distintas entre sí).
Aun
así, lo fundamental es conocer las preferencias de las personas con TEA ya que
puede haber a quien sienta preferencia por realizar deportes individuales o
colectivos. “La idea es conocer mucho a la persona con la que vamos a trabajar,
apoyarnos en sus familiares, que son quienes más le conocen, evaluar las
dificultades y los beneficios delante de un tipo de deporte o modalidad u otro
y dar oportunidades”, argumenta Robles. “Cuando demos oportunidades podremos
evaluar cómo está la persona con TEA (si le gusta o no, si le beneficia o no,
etc.) pero debemos dar oportunidades”, añade.
“Por
ejemplo, en CERAC hay veces que nos encontramos con familiares que nos dicen que
no se llevarán a cabo actividades de piscina de ninguna manera, porque la
persona no sabe nadar. Entonces, planificamos qué necesitará esa persona y, con
las personas y ayudas necesarias (igual personales, materiales con pictogramas
y sistemas aumentativos y alternativos de comunicación (SAAC) que anticipen que
va a pasar), damos la oportunidad y (evidentemente, acompañándole y bañándonos
con él/ella, etc.), observamos qué pasa”, explica la psicóloga.
Estas personas tienen
dificultades para entender qué pasa en su entorno
El
deporte para personas con TEA está muy bien, pero no hay que olvidar que no es
una tarea sencilla y presenta una serie de complicaciones. Estas personas
tienen dificultades para entender qué pasa en su entorno, por lo que se les
debe explicar bien ya sea verbalmente o mediante pictogramas u otros soportes
visuales, qué pasará, como se desarrollará la actividad, qué esperamos de
ellos, etc. También hay que tener en cuenta los aspectos físicos. Por ejemplo,
se fatigan con rapidez y pueden tener sed o cansancio y ellos mismos no darse
cuenta.
Sin
embargo, no sólo los enfermos de TEA se benefician del deporte. Hay otras
personas que presentan ciertas dificultades físicas como son los discapacitados
que utilizan el ejercicio físico como ayuda. Una de las ventajas del deporte
adaptado es que se adecua a las posibilidades de los participantes e incluso
crea disciplinas específicas. Ofrece innumerables ventajas como favorecer la
rehabilitación; aumentar la autonomía personal, ayudar a la integración social,
impulsar el afán de superación personal, colaborar en la supresión de barreras
sociales; aumentar la autoestima y ayudar al desarrollo personal.
El deporte adaptado dio
sus primeros pasos en la Segunda Guerra Mundial a causa de las lesiones
medulares y a los amputados sufridas por los soldados. Otro de los precursores del deporte para adaptados
fue el Doctor Ludwing Guttman, neurólogo
y neurocirujano del Hospital de Lesionados Medulares de Stoke Mandeville, quien
introdujo por primera vez el deporte en silla de ruedas. Durante años de
estudio, Guttman se percató de que la disciplina deportiva influía de manera
positiva en el sistema neuromuscular y ayudaba a la reinserción de la persona
en la sociedad. Las primeras pruebas de su hipótesis se realizaron con el tiro
con arco, el baloncesto en silla y el atletismo.
Además
de esto, también existen otros beneficios psicológicos y sociales. El principal
problema de una persona con problemas de adaptación física es que a menudo se
generan barreras sociales. El deporte ayuda a no tener en cuenta los inconvenientes,
creando una serie de objetivos para ir superándose poco a poco, lo que
reforzará la autoestima del deportista. Esto le sucedió a Javier Martínez
Fernández-Aceytuno, deportista federado de boccia y fundador y director de la
web dxtadaptado.com. “El deporte me ha ayudado en muchas cosas. Además de
planificarme objetivos y tener metas a corto, medio y largo plazo; también me
ha ayudado a superar la barrera de la timidez”, explicó. “Antes de practicar
deporte, yo era un chico al que le costaba mucho salir con los amigos o hablar
con gente. El deporte me ha permitido conocer a muchas personas y a madurar poco
a poco”, añadió Martínez.
La boccia, el deporte que practica Javier Martínez Fernández-Aceytuno, es un deporte exclusivamente paralímpico, similar a la
petanca. Es una modalidad concebida para personas con discapacidades motoras,
discapacidad física grave, parálisis cerebral y personas en silla de ruedas. Martínez,
al ser preguntado por sus sensaciones cuando practica este deporte cuenta que estas
son numerosas, pero la mayoría indescriptibles. “Pero con la que me identifico
más es la de libertad”, señala el deportista.
“El deporte me ha
enseñado autocontrol, disciplina y que siempre hay una manera de llegar al otro
lado”
Los comienzos nunca son fáciles y más para personas que presentan alguna
discapacidad. Así le sucedió a Enhamed Enhamed Mohamed Yahdih, un atleta
paralímpico español de natación con nueve medallas olímpicas. “Hay días en los
que quieres tirar la toalla, sobre todo cuando el dolor de hombro es tan
intenso que apenas puedes dormir más de tres horas o, sufres tanto entrenando
que cada brazada supone un mundo. Pero afortunadamente recuerdas por qué
empezaste y cuál es tu objetivo final, eso es lo que te da fuerzas”, cuenta.
Pero más adelante, estos deportistas se dan cuenta de los beneficios que
conlleva y acaban disfrutando. “El deporte me ha enseñado autocontrol,
disciplina y que siempre hay una manera de llegar al otro lado”, señala Enhamed.
Esa superación muchas veces lleva a realizar actos increíbles. Hay
discapacitados que pueden realizar pruebas realmente duras como maratones o
Ironmans. "Es una
sensación indescriptible. La alegría de haber terminado pero sobre todo la
gratitud de haber compartido una prueba tan espectacular con mi guía y la gente
que me apoya", explica el nadador.
El deporte es un estímulo para las personas. Les ayuda a superarse día a
día, y más si presentan alguna dificultad añadida como una discapacidad o TEA. El
deporte no solo consiste en ganar o perder, sino que es una actividad que
origina buenas sensaciones y da la suficiente fuerza como para salir delante de
las situaciones más difíciles.